No, pero sí.
El síndrome postvacacional no es una enfermedad propiamente dicha. No sale en los manuales de diagnóstico y no es una psicopatología. No tiene entidad nosológica. Por lo tanto, teóricamente y académicamente, no existe.
Así pues, ¿Qué sufren las personas que experimentan en mayor o menor grado malestar físico y/o psicológico al terminar las vacaciones y tener que reincorporarse al trabajo? Podríamos decir que lo que les sucede es que se encuentran inmersos en un trastorno desadaptativo, provocado por el largo periodo vacacional, una época de descanso y desconexión, con pocas rutinas, frente al hecho de tener que volver al trabajo, donde las demandas laborales , los horarios, el aumento de las obligaciones y el cambio de estilo de vida suponen un esfuerzo y la necesidad de una readaptación.
No todo el mundo lo padece. Al parecer, tiene una mayor prevalencia en personas con baja tolerancia a la frustración, que tienen una visión negativa de su trabajo y no se sienten realizadas, las personas que disfrutan de unes vacaciones más largas o las que trabajan en entornos (físicos y/o sociales) que consideran desagradables.
¿Y cómo se manifiesta? Pues se manifiesta por un cuadro de estrés y ansiedad con sintomatología psicológica: bajo estado de ánimo, decaimiento, apatía, falta de energía, de concentración, de motivación, percepción de no ser capaces de integrarnos de nuevo en el entorno laboral, cambios de humor …. y física: palpitaciones, sudoración, pseudovértigo, hiperventilación, temblores, etc.
¿Se puede prevenir? Sí, siguiendo una serie de pautas que nos han de facilitar el retorno a nuestra vida cotidiana:
-Planificar la vuelta. No esperar el último día para volver e incorporarse al mundo laboral al día siguiente. Lo ideal es dejar un margen de dos o tres días para mentalizarse y hacer el cambio progresivamente.
-Organización. No querer ponerse el día de todo sólo llegar. Priorizar lo verdaderamente importante y dejar cosas pendientes para los días posteriores. No llevarse el trabajo a casa.
Aprovechar este margen de dos o tres días para ir cambiando los horarios, ajustando las horas de sueño y las pautas de alimentación.
-Caminar un rato cada día a paso ligero, cada uno según su condición física, pues es una buena forma de reducir el estrés y nos ayudará a dormir mejor.
-Limitar el consumo de alcohol, depresor del sistema nervioso central que tiende a agudizar la apatía, y de la cafeína, un estimulante que agudiza el estrés y la ansiedad.
-Pensar en la parte positiva de volver al trabajo y no magnificar los aspectos negativos.
Con todo, es un síndrome pasajero que normalmente se resuelve por sí solo cuando el trabajador se va adaptando a la rutina.
Si al cabo de unas semanas los síntomas no remiten, se podría dar el caso de estar sufriendo un trastorno de ansiedad generalizada o estrés crónico. En este caso, os recomiendo pedir ayuda a un profesional.
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